No es que haya llegado a esta conclusión por un acto divino ni después de una botella de vino (divino, también!).
He pasado más de la mitad de mi vida dedicado a las terapias naturales. Eso son más de 18 años, por lo cual creo que estoy cualificado para dar mi opinión sobre las terapias naturales o alternativas, y esta es que No funcionan.
¿De dónde viene esta opinión?
Tengo que decir que es algo que me ha tomado mucho tiempo y reflexión para entender. Muchos años de frustración en los que sentía que algo no iba bien cuando recomendaba suplementos o terapias a los clientes que venían a mi consulta.
Ojo, que con esto no quiero decir que las plantas no sean eficaces, porque sería negar la realidad. En muchas ocasiones son tan eficaces como los productos farmacéuticos, en otras un poco menos eficaces y en algunos casos, son más eficaces que los fármacos.
Tampoco estoy diciendo que las terapias naturales sean todas una estafa, aunque algunas, definitivamente, lo son. De hecho, hay terapias naturales más eficaces que otras técnicas que se incluyen dentro del ámbito de la medicina moderna.
Entonces, igual estás pensando: “Luis, aclárate. Primero dices que no funcionan y luego dices que sí”.
Un momento, que te lo explico.
Lo que he dicho al principio es que las Terapias Naturales NO funcionan. Y luego te he dicho que hay terapias, suplementos y plantas que son tan eficaces como los fármacos o algunas técnicas médicas.
Así que voy a aclarar para qué NO funcionan las Terapias Naturales.
Para resumirlo, NO funcionan por sí solas para una sanación completa, real y permanente. En la mayoría de casos, las terapias naturales han terminado utilizándose como alternativa o equivalente a la medicina moderna. Esto es, como remedios para los síntomas y no para las causas reales.
Un ejemplo basado en experiencias reales:
Dos señores de 50 años, empresarios, sienten molestias digestivas. Ambos tienen ardores de estómago, gases, hinchazón abdominal.
Uno decide ir a su médico de confianza. Otro le hace caso a su esposa y va a un naturópata.
Ambos le recomiendan un tratamiento. Cada uno con sus pros y sus contras. Uno más rápido, y el otro con menos efectos secundarios.
Ambos mejoran al usar sus tratamientos, así que siguen con su vida tal y como la tenían antes, ahora ya con la tranquilidad de saber que tienen un remedio a su alcance para no sentir esas molestias.
Hasta que esos remedios dejan de funcionar, y vuelven a su médico/naturópata. Estos, le vuelven a recomendar un tratamiento más potente, y ambos vuelven a mejorar.
Y este ciclo se repite hasta que ya no hay un tratamiento sencillo adecuado. Ahora quizás le recomienden una cirugía o peor, le detecten una enfermedad de las “incurables”.
¿Para qué han servido entonces las terapias naturales y la medicina en ambos casos?

Entonces, podríamos pensar: ¿Acaso no es cierto que con algunas plantas o terapias naturales podemos reparar muchas de las funciones del cuerpo?
Así es. Una de las grandes ventajas de las terapias naturales con respecto a los fármacos es que tienen la capacidad de recomponer el funcionamiento del sistema digestivo, circulatorio, respiratorio, etc.
Pero en este ejemplo (muy habitual, por cierto), han servido para lo mismo que serviría poner un pedacito de cinta adhesiva sobre la luz de aviso del tablero de tu coche. Durante un tiempo dejas de ver el aviso, hasta que se encienda otra luz que indica un problema más grave. Si vuelves a poner cinta adhesiva puede que tengas un tiempo más hasta que termine iluminándose todo el tablero o, directamente, parándose el motor. Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Arrancamos el tablero del coche para eliminar todos los “avisos”?
No todo es culpa del profesional
Aquí hay dos partes implicadas. Tú, como dueño del coche, y el mecánico, como experto en el que confías su cuidado. Tu responsabilidad es la de cuidar de tu coche, por tu seguridad y la de quienes van en él, pero no tienes por qué ser experto en mecánica. Ahora sí, delegas esa responsabilidad en el profesional.
Imagínate que, en lugar de poner una cinta adhesiva para tapar el aviso, vas a tu mecánico de confianza. Este detecta que el problema viene de (pon aquí el nombre de la pieza de coche que quieras), y lo repara. Te entrega el coche reparado y no te dice nada más. Pero, a los meses, vuelves a tener el mismo problema.
¿Qué tendría que hacer este mecánico? Al ver que ese problema se repite, habría que buscar la causa. Quizás es porque usas combustible de baja calidad, o no haces el mantenimiento con los productos y el tiempo adecuado. O, simplemente, que no conduces bien tu coche. ¿Podría haberse evitado esta situación si, desde la primera visita, hubiera sido más concienzudo en buscar la causa y enseñarte a evitarlo?
¿Te suena esta situación?
Cuando esos empresarios con problemas digestivos le cuentan sus síntomas a su experto de confianza, lo primero que deberían haber hecho los profesionales a los que acudieron sería pararse el tiempo necesario a ver qué estaba provocando el problema. Quizás demasiado estrés, mala calidad de la alimentación, mal descanso…
¿Vas entendiendo ya a lo que me refiero cuando digo que las terapias naturales, tal como se usan actualmente, NO funcionan?
Lo que no funciona es el concepto, la manera en la que aplicamos nuestros conocimientos para ayudar a otros, o a nosotros mismos.
Hemos sido educados en un mundo en el que, si te duele algo pero lo puedes solucionar con un ibuprofeno o un oxycontin (mira el documental Painkiller, en Netflix), ¿para qué tendrías que preocuparte? La pastilla mágica consigue silenciar el aviso de nuestro cuerpo que nos decía que nuestras decisiones nos están destruyendo.
Pero no nos gusta que nos digan toda la verdad. Preferimos que nos digan: “no te preocupes, tú tómate esto y estarás bien”, para que podamos seguir con nuestros hábitos autodestructivos sin plantearnos nada.
La parte que menos nos gusta: La responsabilidad
Estamos acostumbrados a delegar las cosas importantes de nuestra vida: la salud, las finanzas, la alimentación, la gestión del tiempo.
- Ponemos el dinero en el banco y esperamos que ellos hagan lo mejor para nuestros intereses.
- Llevamos el coche al taller esperando que lo cuiden como si fuera suyo.
- Dejamos que nuestro gobierno se preocupe de qué pasará cuando seamos demasiado mayores para ganar dinero para vivir.
- Confiamos en el médico o en el terapeuta para que nos de el remedio fácil para nuestros problemas.
La responsabilidad de los profesionales
Pero esto no sólo nos aplica a nosotros como individuos. También la mayoría de los profesionales le dicen a sus clientes lo que quieren oír.
Es más fácil para todos, más rápido, y mucho más lucrativo tener clientes recurrentes que dependan de ti, que educar a seres conscientes.
Imagínate esta conversación con cualquiera de estos dos empresarios de 50 años que veíamos antes:
Empresario: “Quiero un remedio para mis ardores y molestias digestivas”
Profesional (después de hacer todas las preguntas para conocer por qué tiene esas molestias): “Aquí tengo dos pastillas. Ambas son iguales, sólo que si elige la pastilla azul, usted puede irse ya y mejorará en unos días de sus molestias, mientras sigue con su vida. Sin embargo, si elige la pastilla roja, le diré que, en realidad, lo que está provocando sus molestias es su modo de vida. Generalmente, usted come en un ambiente de tensión por el trabajo, con prisas y hablando/pensando en problemas que necesita solucionar. Si quiere sentirse bien a largo plazo, además de usar estos maravillosos suplementos, tendrá que ajustar su forma de comer, sus horarios, dedicar más tiempo a masticar, liberar su mente de problemas mientras se alimenta. Pero eso no es todo. Sus emociones causadas por los conflictos que tiene en su familia hacen que no pueda digerir las situaciones que ha vivido en los últimos años. Seguramente esto también está asociado a su creencia sobre que, si no trabaja duro, tendrá escasez en su vida, y quiere demostrarse a sí mismo que es suficientemente capaz de darle a su familia todo aquello de lo que le privaron en su infancia. Sería aconsejable que tome unas sesiones de X terapia para poder sanar esos traumas y liberarse de las tensiones que tiene en su sistema digestivo…”
Empresario (interrumpiendo): “Deme la pastilla azul, llego tarde a una reunión”.
Reflexiones
No sé si he logrado explicarte bien mi punto de vista sobre por qué las terapias naturales, tal y como se aplican en la mayoría de casos que he conocido, no funcionan. Pero los hechos demuestran que algo falla.
¿Qué diferencia hay entre depender de un fármaco para el colesterol o de una infusión natural, pero sin aprender a alimentarse correctamente?
¿Qué diferencia a un terapeuta natural que actúa de esa manera de un recetador de fármacos?
Esta forma de tomar decisiones sobre nuestro bienestar nos ha llevado a una sociedad enferma. Y a una industria farmacéutica que, coincidencia o no, ya ha alargado sus tentáculos para adquirir una enorme cantidad de fabricantes de productos naturales, haciendo sus suplementos cada vez más tecnológicamente avanzados, rápidos y precisos, pero alejando más a las personas de una forma de vida responsable y consciente.
Ahí es donde veo la única forma de que le demos la vuelta a esta situación: Educar a individuos y profesionales conscientes.
Estamos en una cruzada
Así lo siento, como una cruzada en sentido contrario a la gran mayoría de individuos y profesionales del bienestar.
Usar las terapias naturales tiene grandes ventajas con respecto a los fármacos, pero realmente el cambio se producirá cuando seamos conscientes del por qué nos ocurren los problemas que queremos solucionar, y de hacia dónde queremos dirigir nuestra vida.
La solución, para mí, es más espiritual que física.
Usar las herramientas que tenemos a nuestro alcance para ayudarnos en el proceso de transformación con el que nos convertimos en seres en equilibrio.
Sinceramente, creo que no importa demasiado si utilizas productos naturales o sintéticos, siempre que lo hagas de una forma consciente, y no para tapar aquellos síntomas que te impiden seguir con tu vida tal como es ahora mismo.
Si queremos que nuestro presente y futuro sea mucho más agradable, debemos cambiar la forma en la que hemos estado haciendo las cosas en los últimos años.
Claro que es mucho más fácil vender “el suplemento milagroso para adelgazar” que un plan en el que tienes que cambiar tus hábitos, compañías, alimentación, rutina y todo aquello que define tu vida ahora mismo.
Pero, ¿cómo vamos a conseguir resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo?
Es hora de cambiar. De asumir la responsabilidad. De ser honestos con nosotros mismos y con nuestros clientes o pacientes. De ser conscientes de nuestras decisiones y nuestros actos y de sus consecuencias.
Busquemos la transformación en lugar de la sanación superficial.
Si has llegado hasta el final de este artículo, al menos ahora ya sabes que no estás solo/a.
Lo conseguiremos.